Estaba cantado
Llegó y dijo, hoy no soy Ernesto soy el pintor loco. Los girasoles que traía
parecían irreales por lo desmesurados. Eran como soles
abiertos al delirio, ventanas del insomnio. Elegí el más grande de una
belleza casi despavorida. Mi amiga me susurró:-vos siempre enloqueciendo a
los hombres -.Me brillaban los ojos que entraban y salían del mar inabarcable.
El malecón era como el borde de un sueño.
Tiempo después olvidamos la belleza casi subversiva de las flores en la
guardia del hospital donde lo dejamos. Me ayudó a sobrellevar la situación,
saber que en el neuropsiquiátrico de Cuba lo iban a tratar bien, pero por
sobre todo, lo que me decían mis amigas desde siempre,” ya vas a encontrar
otro, si vos “volvés locos a los hombres.”