Manos que crecieron bajo trinar de
sueños, de faenas
y trasiego de afectos, una a otra se
amanceban porque
juntas apilan décadas. Sudorosas,
tranquilas, cabizbajas
estas mis manos siguen su vuelo,
sellaron besos, tiñeron
los recodos del trajinar en línea
recta, jugaron con las
briznas del caudal que en racimos
humedecía los pechos,
estas mis manos lloran, razonan
desaciertos, cóncavas,
vehementes tiemblan entre mis labios.
Tengo las manos
cansadas porque el recorrido es largo,
ya la piel se está
frunciendo, temen, tienen recelo de
que le roben lo que
aún les queda, duelen cuando razonan
recuerdos, fueron
firmes cuando enseñaron a dar primeros
pasos a retoños
que hoy maduros se los traga, la
modrnidad de ser ellos
mismos, porque olvidaron los comienzos
de un pasado,
cuando entre risas y mismos desecharon
los pañales para
comenzar andando. Estas manos
respondieron a las
promesas de amores, siguen soñando
quimeras, asidas al
vaivén de las tardes que entran por las
ventanas, enraizadas
al destino, y seguirán por siempre
abiertas. Estas mis
mano todavía fabulan futuros.