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31 de Agosto, 2006LA ARCILLA ENCIERRA EL PODER DE MIL SOLES...
Por Niniane - 31 de Agosto, 2006, 11:45, Categoría: ALDO REGINATO
la arcilla encierra el poder de mil soles. nada escapa sin dolor de nuestro mágico carrusel la bruja querrá ser sapo el sapo no podrá ser bruja más el cielo me dijo que perdonará todos los intentos tengo aquí las tablas que lo enuncian declaran templario ungen dones graban en la piel esculpen en el alma la clave de cada misterio la rueda sólo se detiene con 2 llaves avanza sólo con la pertenencia gime sólo con la ausencia.................
PUBLICADO EN POEMAS EN AÑIL Nº 88 DEL 29/08/2006
EL TIMBRE
Por Niniane - 31 de Agosto, 2006, 11:44, Categoría: JULIA DEL PRADO
Es motivo de juego,
COMO ROSAS EN INVIERNO
Por Niniane - 31 de Agosto, 2006, 11:42, Categoría: ALEJANDRO DREWES
PUBLICADO EN POEMAS EN AÑIL Nº 88 DEL 29/08/2006
RECUERDOS QUE NO RECUERDAN...
Por Niniane - 31 de Agosto, 2006, 11:41, Categoría: DANIELA DÍAZ MOLINA
Recuerdos que no recuerdan, pedazos de memoria encerrados en la cabeza de quien piensa esas cosas, esas… que pasaron y no son más, que fueron y ya no serán, que estuvieron, y quién sabe si estarán… si volverán… Pero quizás, condenan…
PUBLICADO EN POEMAS EN AÑIL Nº 88 DEL 29/08/2006 APASIÓNAME
Por Niniane - 31 de Agosto, 2006, 11:38, Categoría: MARCELO ROMANO
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en Portugues...
APAIXONEIME
Apaixoneime...deixeme descobrir em você,
deixeme descobrir o vèu que cega seus olhos...
quero apaixonarme de você...
Apaixoneime com seu perfume canela e almìscar
Apaixoneime!..
BAJO LOS PUENTES DEL CORAZÓN
Por Niniane - 31 de Agosto, 2006, 11:37, Categoría: PEPE SANCHEZ
Porque te extraño, talismán de mi huerto,
el invierno no se atreve a romper los hilos de Ariadna
que tendí, de mi ventana al mar hundido de tus ojos,
como puente preferido por los suicidas;
hilos de recuerdo, náufragos en la distancia,
que la nostalgia, con su pico irresponsable,
quisiera cortar en pedazos de humedecido cristal
para que la tarde caiga en su no ser sin fondo.
Mi corazón es un huerto desolado por el tiempo
donde sembraste racimos de esperanza,
que después el otoño distante de tu voz
puso a marchitar sobre mi mesa de pobre servidumbre.
El mar, que era mi mejor amigo,
ahora es un ágil proveedor de sal y tristeza,
entre mis manos y tu cielo de palomas grises.
Cuando grito tu nombre en los vacíos muros de mi sombra
los centinelas de la ciudad abandonan sus puestos
para perseguirte por mis venas abiertas.
Los mendigos te acusan de robarles la luz.
Los astros de la sed son perros sin compañía,
vagabundos en la soledad sin respuesta.
Ya no hay lluvia que cante, como peces de miedo,
en el aljibe sin retoño de los días;
mis pasos abandonaron la plaza de sobrevivir
para desandar las viejas calles sin final
que conducen a esquinas rutinarias,
al torpe invierno que habita bajo los puentes del corazón.
Porque te extraño, muchacha mía,
en la alta noche de tu ausencia;
porque me faltas desde que el mar puso cercos a mi pecho,
y he tenido que negociar mis naranjas jubilosas
por el pasto seco del otoño de los olvidados.
Porque te extraño, y no aprendí a defenderme de tu voz,
hay apagones en los bazares del cielo;
el búho del deseo conspira con mis aleros
y ya no caza en los muros del mediodía.
Hasta tu nombre se fugó del poema
y ahora anda de malhechor
entre papeles ilegales y amarillentos,
como la luna en que te nombro y no apareces.
He querido atar tu nombre a estos versos
con los hilos irredentos de todos mis naufragios;
he tratado de sobornarlo para que asista con su música
a la piel y la mesa del poema;
voy a acusarlo de fugitivo del amor,
de todos los nacimientos de la luz,
de no asistir al público temblor de estos versos,
por negarle al poema su sonido militante,
su caricia de campana de paz.
Porque yo lo convoqué con arpas que incendiaron la ciudad,
traté de persuadirlo a tambores de fe,
con la tristeza anónima de quien se pierde a sí mismo,
y ha quebrado el dolor desnudo del poema
que clama por su clara presencia,
por su sonido de ave escapada del otoño,
del rincón más fehaciente del alma.
Puedo acusarte de homicida sin puñal,
de malgastar mis mejores flechas,
mis cartas de navegación, mi altar suicida.
Y yo no soy Ulises, ni partí para Troya.
Porque te extraño, piel de durazno,
has hecho de mí un convicto de la luz,
el pirata, sin garfio y sin puerto,
metido por el mar de tus ojos
al turbio negocio de la nostalgia.
Y yo no tengo pasaje de Ministro
ni el hacha de los domingos,
apenas he sido un golpe humano
en la aldaba febril de tu pecho,
rumiando sus cantos de sirenas,
los frutos que buscas en el insomnio.
Porque te extraño, candil de mis manos,
y a estas alturas de tu ausencia
y las piedras de la noche,
hasta la soledad se niega a acompañarme.
PUBLICADO EN POEMAS EN AÑIL Nº 88 DEL 29/08/2006 EL AMOR DE SU VIDA
Por Niniane - 31 de Agosto, 2006, 11:36, Categoría: RAMÓN ROJAS MOREL
Cuenta -- Cierta vez, una doncella se enamoró de un rey grandote que en ella había fijado sus ojos… y, después, sus manos… para desnudarla y acariciarla toda, y su cuerpo…para incendiarla con un fuego que hasta hoy la sigue quemando por dentro (cuando lo recuerda) y por fuera cada vez que lo vuelve a ver…
Sabe que es el Amor de sus sueños y también de su vigilia porque la ve que por él todavía suspira…
Cuenta -- Hoy, el rey vive con su reina y sus principitos... y la doncella tan sólo fue una de las tantas doncellas... para él; porque para ella, el rey sigue siendo su hombre y cuando lo ve su mirada se transforma en todos los faroles de las calles que camina; su corazón palpita como aquel día en que la hizo sentir la única mujer de su vida; y su espíritu se agita, lo busca, lo abrasa... y, luego, todo es una tenue brisa...
Sabe que lo extraña y la tristeza la habita porque es el Amor de sus sueños y también de su vigilia...
Corrientes, 22-09-2005.-
PUBLICADO EN POEMAS EN AÑIL Nº 88 DEL 29/08/2006 LA BANCA
Por Niniane - 31 de Agosto, 2006, 11:33, Categoría: DANIEL ALBERICH
El llego a la plazoleta, en una tarde tranquila del verano del 97 con Calamaro otra vez en el tope del ranking, Garcia libre y la sombra del cuervo todavía sobre Buenos Aires. Otra tarde en Adrogue, sentado en una banca a metros de la Cucaracha, o tomando un café en el Trote, casi siempre la misma gente, casi siempre, que es lo que atrae de ser un extraño y no serlo. Las dos hermanas que pasean por la calle Nother casi todas las tardes cuantas veces las habra visto ? y ellas a el? - El daría su vida por ser de aquí. Por ser de algún lugar, por saludarlas por su nombre, porque ellas conozcan su nombre. Prende un cigarillo y hojea la última nota a Charly, - dentro de 10 o 50 años entenderán mi ultimo cd, como ocurrio con Instituciones - Garcia dispara, y el sonríe y desespera porque olvidó el nombre de la mujer que espera, busca relaciones, recuerda su cara su pelo y los segundos pasan y el nombre esta allí oculto en un pliege de su memoria. Puede recordar sus caricias o una tarde por Avenida Patricios, olor a chocolate y después parar un taxi, bajar con ella en el bar Británico, cerveza con ginebra y decirle cosas bonitas. Pero su nombre, perdido, como el. Quizás huir, refugiarse en la biblioteca, para buscar los pasos de Manuelita Rozas y su casa en Ministro Rivadavia o acaso es un enigma para el, solo para el -que busca escapar del olvido-. Los hombres huyen de su suerte, hacia otro lugar, pero ese otro lugar ¿sera el patio trasero de la casa de verano de Manuelita? Sera su refugio de esta ceguera. Repeticiones frondosas repeticiones , de momentos y circunstancias amorosas pero el nombre no llega a su memoria. El desespera y porque a el, porque no esta viajando en ese tren tercermundista rumbo a la nada o a la iglesia que pinto Berni. Después de todo, fue un verano y se paso 7 u 8 pintando, enamorado de la desolación. Y desolado se sentia en el banco, esperando a una mujer sin nombre, acaso como se sentian los inmigrantes al ver la pampa, el vacío de la caida del sol, la linea del horizonte apretando el cuerpo contra la tierra -prisioneros de la tierra- sin sombras, con mañana y recreando continuamente el pasado. Como el. En la banca, creando juegos de palabras que lo llevaran a buen puerto. Desandando camino fue hasta la nave mayor, la nave insignia del Almirante. El viejo lo miro de arriba abajo, despues a los ojos - todas las tardes estoy en esta plaza, voy a la biblioteca y luego vengo a hacer la digestión. Los viejos somos animales de costumbres. Delineo historias de la época del Brigadier, de como se gano la estima de los Pampas y Ranqueles, de los gauchos alzados. Los desfiles en su honor cuando solo era patron de estancia. Tiempos heroicos aquellos, decia el viejo y sacaba de su bolsillo un avanti sobado y humedecido. La historia le era ajena a pesar de estar rodeado de ella. Un nombre, una mujer. Un tiempo, su tiempo congelado en esa plaza. Su vida se jugada en ese instante y el comprendia la gravedad del suceso - ya nada seria igual - a no ser que recordara. Era un laberinto prefabricado? una urgencia de pacotilla, no habia nada en juego. Solo era una ilusión para sentirse vivo., solo habia que pellizcarse y no hacer caso al gordo que venia hacia el con un machete. Antes escucho un grito. El machete acelero su marcha y el se cubrío con su mano derecha mientras una manaza se estrellaba en su mandibula. Se inundo de nada. Ocho meses después recupero el conocimiento a unas pocas cuadras de la plaza del ataque. Estaba en el sanatorio de Adrogue, segundo piso, habitación 21 ,mientras Marisa la enfermera corría la cortina. El abrío los ojos tomo todo el aire que pudo y solto varias palabras indecifrables. Amaba a esa mujer. Creyo amarla, en su nombre el nombre de la mujer amada. Intento levantarse se mareo todo le daba vuelta , reia, con la risa de los vivos. De esos, que encuentran su destino en la punta de sus dedos como los pianistas.
PUBLICADO EN POEMAS EN AÑIL Nº 88 DEL 29/08/2006
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