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DIVAGUE
Por Niniane - 13 de Agosto, 2006, 20:17, Categoría: JUAN MARTÍN CHAILE
Una patota me reprochó haber olvidado aquel Lanús. - Dejate de embromar!- me dijeron. -Regresá con nosotros al menos por un ratito- Y, ¿quieren saber quiénes integraban aquella “banda”?. Se los diré para que se cuiden: los fantasmas. Si, los benditos fantasmas que me rodean con un frenesí histórico, cuando me invade la nostalgia. Tanto me hincharon que me convencieron y cambié lo que quería expresar en el programa por un divague. ¡Ojo!, culpa de los fantasmas. Me influenciaron y ya me estoy retrotrayendo a otras épocas e imágenes. Película sin coordinación previa, tal vez olvide o confunda algunas escenas. ¡Bueno! me están obligando. ¿Y qué escucho? Los Beatles, que surgen mágicos de la disquería San Miguel y Calvi en la calle Ituzaingo, a pocos metros de 29 de septiembre, donde está ubicada una sucursal de Grandes Tiendas Santa Rosa. ¿Qué esos comercios ya no existen? ¿Qué el viejo edificio fue demolido y ese sector modernizado? Si, pero como los convencen. Ellos juegan con sus pantalones Oxford... mejor dicho, jugamos. Aclaro que son, somos, fantasmas cincuentones y por tanto, muy infantiles. De pronto, y torpemente chiquilines se escapan con el riesgo de resbalar en los adoquines de 29 de septiembre o tropezar con las vías de los tranvías. ¡Ellos me metieron en el baile y juntos continuaremos el viaje nostalgioso, la película desordenada! Trepan al tranvía 51. logro alcanzarlos, pero en ese instante desaparecen y me dejan solo, mientras el rechinar del 51 me lleva a la curva. ¡Ah, perdón!. Actualicémonos, hacia Centenario Uruguayo y Eva Perón. Entristecido por la soledad, observo el trayecto desganado, mientras el molesto ruido se encamina lento hasta que llego a la Plaza de Villa Obrera y me bajo. ¿Por qué lo hice?. Que se yo. Tal vez en mi dormida inconciencia recordé a una chica que estudiaba en el Colegio Cristo Rey, con quién bailé a los saltitos en el club Lanús al compás de Ritmo Africano, de Bert Kemfex. ¡La pucha como pasa el tiempo!. Retorno al relato. Tomo el tranvía de regreso. Los fantasmas no pueden haber ido lejos, son excesivamente lanusenses. Esta vez no miro desganado el paisaje. Quiero encontrarlos, y se que los voy a hallar mientras sigo hurgueteando en mi memoria. Bajo en 9 de Julio y Guidi. Me estremezco. Allí están los fantasmas, pero se han unido a una verdadera multitud y juntos hacen jueguitos con cientos de pelotas, mientras el “nene” Guidi los lleva lentamente hacia la izquierda y la alegría es total.
De pronto, la magia se vuelve infinita y otra vez quedo solo. Allí esta el cine 9 de Julio. ¿Qué ya no existe?, ¡si!. Aún alberga a raboneros, con sus butacas testigos de amores florecientes. Camino hasta encontrarme otra vez con la estación. Miro el reloj, debo regresar al presente. Los fantasmas, desde el aire, me gritan si estoy loco, falta mucho por recorrer. Sí, tienen razón. Mientras tanto, descansemos.
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